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El Capitolio |
La Democracia nos permite protestar, exponer nuestras ideas; mostrar nuestros desacuerdos sin alterar las reglas con los que nos gobernamos y decidimos a través de una convivencia pacífica cambios en decisiones de quien gobierna.
Antes de seguir, aclaro, no soy un utopista ortodoxo. Estoy convencido que los seres humanos debemos soñar para vivir; tenemos que creer en un mundo más armónico no sólo para nosotros, sino para las generaciones que vienen detrás.
Escribo esto y lo siento mi responsabilidad luego de varios días de leer lo ocurrido en Estados Unidos, específicamente en el Capitolio. Lo he hecho no apegado a un medio tradicional, con sus diversas tendencias, y lo que ha aparecido en redes, con su sal y pimienta igual.
Lo importante ¿quién fue el mayor protagonista?, ¿quién convocó a estas masas?; la respuesta la conocemos: Un millonario que hizo varias escaramuzas para llegar al Poder hasta que lo consiguió hace 4 años al derrocar a través de un sistema democrático, que sólo los estadounidenses conocen, a la demócrata Hillary Clinton.
Leo, en varios medios, que el Presidente, Donald Trump, le dijo a sus fanáticos, durante el mitin lo siguiente:
Esta frase me recordó la épica película 300, que narra la vida de la lucha de Leónidas, Rey de Esparta, cuando le dice a sus hombres:
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Leónidas / Rey de Esparta |
Estamos en tiempos difíciles, no solo por la Pandemia, lo escribo, porque los errores que conlleva la democracia y por la falta de liderazgos surgen figuras que dicen comprender a la gente de abajo, sus necesidades, pero sólo las utilizan para destruir y hacer su voluntad a sangre y fuego, como ocurrió en El Capitolio.
Como naciones debemos aprender que la violencia nunca es una buena aliada y como dijo el Papa Francisco, al reflexionar sobre los sucesos de Estados Unidos de América, todo pueblo puede tener un día aciago; lo que no podemos permitirnos es poner en riesgo el bien común.