La
elección de este 5 de mayo de 2019 nos deja muchos mensajes que si no
desciframos estamos condenados a repetirlos y tal vez con consecuencias
mayores, porque el electorado está agotado de un sistema político desgastado y
no da para más.
Lo primero, las encuestas volvieron a colocar finales que
no se ajustan a la realidad que vimos este domingo, Por allí leí, hace como 2
años, un trabajo interesante de un experto norteamericano sobre el fracaso de
las encuestas y las correcciones para evitar resultados erróneos.
Les puedo adelantar que uno de los errores comunes es
intentar mover al encuestado (hasta por teléfono) a decir lo que no quiere;
parece que cuesta entender que ser profesional y equilibrado es el mayor activo
que se tiene.
El voto útil no sumo nada y puso a medios de comunicación
en correderas y apuros; una lección que los medios tradicionales deben aprender
es que están en su derecho de tener sus intereses o línea editorial; lo que no
debe pasar es tomar por ingenuos o “tontos” a sus audiciones, oyentes o
lectores.
Si algún investigador, dentro el campo del periodismo, se
decidiera a hacer un trabajo sobre el manejo de las noticias en algunos de
ellos (sobre todo los televisivos) saltarían bellezas.
La nueva Asamblea Legislativa, con nuevos miembros, debe
legislar por una reforma electoral no hecha como un traje a la medida; está
obligada a restarle poder a los magistrados del Tribunal Electoral para que
nunca más vuelvan a meter sus narices en asuntos en los que no son expertos y
espacios vacíos que les sirvieron para abusar en su interpretación.
No podemos volver a jugar con decisiones de última hora,
coincido con el actual Alcalde José Isabel Blandón (quien corrió para la
presidencia por el Partido Panameñista) un fallo a 10 días de las elecciones, en otra
nación o circunstancias, pudo generar caos en el país. Eso no fue serio ni
responsable.
El final cardíaco de las elecciones presidenciales para
los que no hilvanan delgado no se soluciona con una segunda vuelta y necesita
madurez de la población y la clase política.
Este resultado representa que el Partido Revolucionario
Democrático (PRD) gana con su techo político; el no lograr sumar electores no
partidarios debe obligarlos a un ejercicio hacia dentro, porque pudieron haber
perdido, por un pelo, por tercera ocasión una elección.
El PRD ganó en el interior del país, porque de acuerdo al
mapa del Tribunal Electoral, su adversario que le soplaba la oreja ganó en la
capital, Panamá Oeste, Colón, Bocas del Toro y varios puntos de nuestras islas.
En el caso de Cambio Democrático (CD), en segundo lugar,
debe analizar ¿qué le faltó para obtener mayor cantidad de votos para alzarse
con el triunfo?; analizar ¿qué pasó con sus candidatos a cargos de diputados y
representantes que no lograron rebasar al PRD?
El mayor perdedor fue el Partido Panameñista que quedó en
un cuarto lugar y con una herida muy fuerte, no ganó su candidato presidencial
(nunca pudo zafarse el desgaste del gobierno dirigido por Juan Carlos Varela);
perdieron sus figuras emblemáticas en la diputación y alcaldías.
Los panameñistas no salieron debajo de las piedras, en
esta ocasión, y si lo hicieron sus votos fueron marcados por un candidato que
no era José Isabel Blandón.
Figuras atadas al pasado los obliga a salir a buscar
juventud y renovar sus cuadros que no dan para más.
Los de libre postulación demostraron que son la tercera
fuerza; más allá de Ricardo Lombana que obtuvo un tercer lugar; cuando sumas a
Ana Matilde Gómez y Marco Ameglio hay un resultado atractivo para cualquier fuerza
política. Lomabana tras aceptar su derrota dijo que retorna en el 2024, lo que
olvida es que hubo una circunstancia que le permitieron estos resultados; los
tiempos no son iguales y de seguro aparecerán nuevos actores o actrices.
De no mantener una constancia en el juego político y comprender
que esto va más allá de un impulso algo puede esperar.
El colofón de esto han sido los 13 candidatos no
reelectos, por el momento, puede que a lo largo de este escrito se unan más;
esto obliga a toda los políticos a un ayuno extremo para no mentir y controlar
sus deseos mezquinos; la mala noticia es que mientras el sistema prevalezca la
tentación será muy grande para no caer.
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