martes, 14 de febrero de 2017

RAC: UN HOMBRE QUE SUPO DE RENUNCIAS Y FE INQUEBRANTABLE

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles" / Bertolt Brecht
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Semanario Quiubo 25 al 31 de julio 1991



Hace años conocí al Dr. Ricardo Arias Calderón; eso fue durante una cobertura y no puedo negar que poseía un magnetismo especial y esto era por su alto nivel intelectual; RAC, como muchos le conocían era filósofo e historiador; pero no cualquiera; fue un educador a carta cabal según le he escuchado a muchos y con un capacidad de interpretar el pensamiento filosófico del panameño.

Me tocó cubrir varias de sus conferencias mientras lideró su partido y en dos ocasiones lo entrevisté, en forma exclusiva.

Semanario Quiubo 25 al 31 de julio 1991
La primera fue para el seminario Quiubo, dirigido por mi maestro Wilfi Jiménez, que me solicitó hablar con él por su posición de devolverle la segunda partida del XIII mes a los panameños y su petición de cumplir con la deuda social que sólo un hombre como él era capaz de ver, en medio de un país que se levantaba de la mayor crisis política y económica a la que fuimos llevados por el gobierno militar, dirigido por el General Manuel Antonio Noriega.

Ese día de la nada, el doctor, como lo llamábamos los periodistas, me dijo ante una pregunta lo siguiente: El XIII no es una jodienda política, eso en relación a la II partida que a partir de ese tiempo se entregarìa en agosto. Igualmente, se matrimonió con el tema de la deuda social que era necesaria atender con los grupos más vulnerables.

Recuerdo, que mi jefe, me dijo "Ricardo, te habló así" y le respondí: "Sí" nada dubitativo; esa fue la portada de la semana. Eran tiempos en que me pagaban por aprender, con una verdadera luminaria del Periodismo.

Luego, en TVN (cuando trabaja en el TV Desayuno) me tocó entrevistarlo, en su residencia en Altos de Golf, por la disputa política que tenía con su copartidario, Carlos Arellano Lennox, por el control del entonces Partido Demócrata Cristiano (PDC).

Me atendió, junto a su esposa, Teresita Yaniz de Arias, y con la elegancia que siempre lo caracterizó, elegancia de la que hoy carecemos por montón en nuestra clase política, expuso su punto de vista y con su don de caballero le respondió a su rival político.

Meses después, con la sinceridad y transparencia compartió su enfermedad, enfermedad de la que nunca se quejó, ni maldijo, como un buen cristiano.

En una ocasión, años después, su eterna compañera, Teresita, me dijo Ricardo jamás ha dicho una mala palabra, un mal gesto, ha soportado estos años con fe. Esta acción dimensionó aún más su pensamiento ideológico y el estoicismo con la que los verdaderos cristianos debemos soportar el dolor.

El Dr. Arias Calderón se alejó de la política y salvo condecoraciones que se le hicieron quedó envuelto en la historia de la que formó parte y no es hasta ahora, cuando fallece a los 83 años, que muchos reconocen el valor de un hombre que aprendió, en la faena política, a renunciar a las aspiraciones que por derecho tenía. 

Esta decisión la hizo por la recuperación de la democracia (1989); así los líderes ceden sus sueños; así por esos juegos que tiene la vida, nunca ocupó la silla presidencial; silla presidencial que en estas horas muchos reconocen le hubiese dado al país un desarrollo en la dinámica social y económica muy distinta. 

Dr. Arias Calderón y Teresita Yaniz de Arias
Duele, ahora, hacer tesis de que hubiera pasado en el país de haber sido el doctor Arias Calderón mandatario de esta nación.

El fallecimiento del Dr. Ricardo Arias Calderón llega un momento en que la nación tiene una indigestión por la corrupción; indigestión en la que la clase política rapante nos ha sumergido; no quisiera decirlo, pero su desaparición ojalá nos sirviera para que todos reflexionemos que el camino andado no es el correcto; es un camino empedrado por los apetitos personales y la ligereza del concepto de nación y democracia. Todo contrario a la visión que él tenía de Panamá.

Arias Calderón fue todo lo contrario a lo que existe; jamás cedió ni un centímetro a los espacios de venta y compra de conciencia; quienes se formaron, junto a él, lo vieron como el hombre que requería el país; lo malo es que algunos olvidaron su ejemplo y perdieron el rumbo.

Hoy, escuchaba, al Rector de la Universidad Especializada de las Américas (UDELAS) hablar del Dr. Arias Calderón y su mayor elogio fue que era un creyente de la educación, de la revolución de las aulas y de la necesidad de ocuparse de los grupos más vulnerables de la sociedad.


Por eso y más, cada vez que veía a su esposa y compañera de lucha, Teresita Yaniz de Arias, no dudaba en preguntar por él y no niego que admiro hablar con ella, porque sin duda fue una de sus mejores alumnas; igual que él, Teresita, es una gran mujer, una guerrera que no duda en dar el frente cuando ve la democracia peligrar; cuando siente que los pobres son hundidos en la ignorancia o explotados; el precio que ha pagado ha sido muy alto; ella no fue su sombra; siempre tuvo su espacio ganado en las calles y con una claridad que muchos desean tener.

En conclusión, mañana, muchos acudirán a darle el último adiós a un gran hombre, un hombre con visión de estadista; su concepto político pudiese no compartirlo, pero su discurso era auténtico y lo más digno fue haber reconocido como los grandes que en muchas ocasiones se equivocó.
“Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado. Y claro está que ese "todo el mundo" no es "todo el mundo". "Todo el mundo" era, normalmente, la unidad compleja de masa y minorías discrepantes, especiales. Ahora "todo el mundo" es sólo la masa” / José Ortega y Gasset

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