miércoles, 16 de agosto de 2017

JAIGUER: UN GUERRERO DE LA FOTOGRAFÍA


Aferrado a la vida / foto de Jaiguer

A lo largo de mi vida he conocido de todo; personas con las que espero no reencontrarme; cero aporte a mi vida profesional y personal; sin embargo, esas no merecen ni una coma. Hoy, quiero, hablarles de alguien que como dice el poeta Mario Benedetti:

"Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad..."
Su nombre es Jaime Guerrero; en los pasillos y edificios de la Universidad Especializada de las Américas (UDELAS), lo conocí como Jaiguer; todo un personaje que no pasa desapercibido; a sus 81 años. 
Es más activo que un "pelao" de 15 o 20 años; ama el fútbol, donde no deja de militar; pero sobre todas las cosas ama la fotografía; como él mismo dijo fue encuentro muy temprano y como el primer amor (ese que no se olvida) lo envolvió y lo embrujó como una medusa.

Jaiguer, es un artista; es humorista; un buen padre, amigo y un ser que cruza fronteras con su arte; porque quien hace arte tiene visa "para un sueño" y el Maestro Jaiguer se lo ha ganado por derecho propio.
El Maestro Jaiguer en UDELAS

Como lo dijo, cuando presentó, hace días, su exposición Oh...San Felipe amado, tan antiguo y tan nuevo, ama Panamá desde que la descubrió; una de sus anécdotas fue cuando llegó, de Antioquia, Colombia, a nuestro mar azul; alguien le preguntó ¿qué hacía en Panamá?; él, le respondió, "pues, usted no ve que tengo mucha familia; desde que llegué me han dicho tío por aquí; tío para dónde va, tío deme un cuara"...Ese es Jaiguer, un humorista nato.

Cuando lo veo caminar, mi mente se va al mundo del realismo mágico de su compatriota García Márquez; me reservo a que personaje me recuerda; lo medito y río (no a manera de burla), sino por la bendición de conocerle y comprender que el cielo es infinito y los sueños no tienen caducidad.

Hace años, cuando era niño, mi padre (qepd) llevó, a casa, una revista Life y, en mi ansia por leer, me hizo topar con un trabajo que marcó mi vida y le doy gracias a mi viejito por ese momento hecho eterno.

Era la historia de una fotógrafa octogenaria, ganadora de premios internacionales, que presentaba una exposición de sus mejores fotos de guerra; cuando la periodista le preguntó ¿puede ser esta su mejor exposición?; ella le respondió -espero sea la próxima-; algo similar me sucedió con Jaiguer; cuando vi sus fotos, le dije que buenas fotos; excelente; estoy impresionado de su arte; me miró y me contestó "mire, Luis (así me dice, ignora el Jorge), estoy preparando una de mis fotos periodísticas para ver cuando las presento, eso si es berraco".

Lo miré y la palabra admirable creo se me dibujó en el rostro; deseo tener la misma energía de Jaiguer, si llegó a su edad; espero no perder los sueños; y que nadie me robe la ilusión del niño y adolescente que te hace planear como si la vida fuera infinita.

Quiero decirles, que me presentó su cartapacio con aquellas fotos periodística y lo que vi fue como si me dieran, en la entrada del cine, una Coca Cola Gigante, un millo y boletos para entrar a ver películas por un año. Son realmente buenas; entre esas está Omaira, la niña de Armero, que murió valientemente atrapada por el barro, luego del aciago día que un volcán vomitó y cubrió esa tierra.

Dos caras distintas de San Felipe / Jaiguer

 Usted sabe. le dije, Isabel Allende le hizo un cuento a esta niña, Omaira Sánchez (Cuentos de Eva Luna); "vea, eso fue horrible; esa niña la intentaron sacar con un helicóptero y casi la revientan...."; vi la foto y el dolor estaba impreso 32 años después.  

Vuelvo al lobby donde reposan  las fotos de Jaiguer; no es para mirarlas y seguir; cada una es como si Jaiguer, con dotes de brujo, en el momento en que apretaba el disparador, robara un poco de ellos para impregnarlos en nuestra mente y recuerdos; soy un amante total del Casco Antiguo.


 En esta historia fotográfica de Jaiguer conviven adultos mayores como custodios de lo que hubo; de recordados caserones convertidos en mansiones; hoy, todo es distante; mi retina se fija en El Altar de Oro; no hace mucho entré y no dejo de admirar tanta belleza junta en un espacio tan angosto.

En las fotos del Maestro Jaiguer las luces y sombras bailan en forma armónica; es el deleite hecho arte; se ven mujeres gunas mezclarse con el patrimonio cultural; empolleradas y músicos; la combinación entre viejos caserones, resguardados por un viejo candado, da paso a estructuras remodeladas que muestran lo magestuoso de un presente a veces prohibitivo.

Así, como dijera su compatriota, Rufino Cuervo "el que quiere conocer a Panamá que venga...", las fotos del Maestro Jaiguer nos invitan a lo mismo: quien quiera conocer el antiguo San Felipe que admire sus fotos, porque el antiguo San Felipe se nos muere...



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