Parto
con una confesión la frase “más chen chen en tu bolsillo” nunca me ha gustado
por sonar a mercadear la misera o necesidad de las personas. Esta frase fue muy
común durante la campaña electoral y para quienes hilan delgado y fuman bajo el
agua era politiquería, porque esto no era algo de traquear los dedos. Los procesos
económicos no son simples y la sociedad venía de un degaste resultado de un
gobierno paralizado y de dos movilizaciones que pusieron en jaque mata al mismo
gobierno de Laurentino Cortizo Cohen. Hablo de la paralización del 2022 y 2023,
esta última que causó el cierre de la mina.
No
voy a profundizar en el tema de la
campaña electoral, porque eso es pasado. Lo que nos ha ocurrido como sociedad
que creemos que Dios o el Paraíso está localizado en algún punto de nuestra
geografía. Es cierto superamos la crisis post invasión; eran otros tiempos y
otra realidad y otras que no vale mencionar.
El
cierre de la mina, explotación minera que venía del quinquenio del señor
Ernesto Pérez Balladares-1994-1999- muchos que sobrepasan los 40 y 50 años la descubrieron
en el 2023; los más nuevos no es que le excuso, pero la juventud está llena de
imperfecciones de juicios. En ese momento nadie midió que directamente se
perdieron unos tres ml y tanto de empleos; los indirectos y el hueco a la
economía, tras una pandemia, nos dejó tambaleando.
A
esto se une la llegada del Presidente de Estados Unidos de América, Donald
Trump, cuyo factor ha puesto en desequilibrio nuestra frágil economía, porque
no es lo mismo que Brasil o Francia nos digan que se van a quedar con el Canal
de Panamá, que lo pregone a los cuatro vientos el señor Trump. Ese elemento no
lo podemos dejar fuera de la ecuación al momento de hablar del desbalance
económico.
El
“chen chen” no llega y no va a llegar si continuamos creyendo en cantos de
sirenas y no maduramos como sociedad; si no comprendemos que al ser un istmo y tener
el privilegio de ser una vía de tránsito nuestro lugar en la economía es el
servicio y cuando jugamos con eso jugamos con todo. Si podemos invertir en
agricultura, industrias, turismo; pero lo nuestro es brindar conexiones y ser
un país cuyo corazón es servir al mundo.
¿Qué
queda? Dejar a los que desean que la sociedad entre una anarquía y acabamos con todo; vale empinarnos y asumir el rol que históricamente hemos tenido, perfeccionarlo y
meternos en la nueva ola, porque el pez más grande no es el que se come al más
chico, sino el más rápido al más lento.













