Todos nuestros
expresidentes se despiden, con menos popularidad, que cuando llegaron al iniciar
su mandato, algo bastante normal por el desgaste político. El caso del
presidente Varela es particular al mostrar signos de desgastes desde el primer
año (de acuerdo a un estudio del 2016 había perdido 10%) y tal vez se despida con el nivel más bajo de
aceptación de los cinco anteriores a él.
Mucha o poca
popularidad, nuestros mandatarios, todos han sido seducidos por los mismos
pecados; pecados que nacen de una gobierno de corte presidencialista y que los
convierte en casi Emperadores sin corona. Durante la campaña prometen el cielo
y la tierra; aseguran que evitarán los excesos; cuestionan ese papel casi de
semidiós; pero, pero, una vez le colocan la banda presidencial caen en el mismo
foso profundo de poder.
Primer Pecado: Amor desmedido al Poder
Una vez alguien me
dijo dale poder a cualesquiera y conoces
el verdadero “yo” que tenía escondido. El poder a nuestros gobernantes, el
actual no ha sido la excepción, los hace olvidar que fueron electos para “SERVIR”
a sus gobernados en una acción de respeto.
Al sentarse se
sienten omnipotente; asumen que fueron embestidos para gobernar como si no
hubiese final; por ello nombran a familiares; utilizan la silla para afianzar
sus negocios y el de sus amigos.
Antes de colocar
personas para ejercer los cargos les ordenan como si fueran los colaboradores
de sus negocios o residencias; por eso trascienden y se inmiscuyen en áreas como el Poder
Judicial y Legislativo.
Todos antes de
intentar co gobernar con la Asamblea Nacional Legislativa optan por “comprar” apoyos
y eso nos tiene ante un Órgano Legislativo desprestigiado y en el que como
dicen muchos de cerrarla “nadie derramaría una lágrima”.
Por ello, el poder
mal manejo lleva a que se cometan actos de corrupción y si no lo hace el
individuo mismo, lo comenten sus colaboradores que no temen decir frases como “cuando llegue X al Poder meteré preso a Y”.
Segundo Pecado: La Soberbia
Antes de llegar al
Poder algo que muchos esconden es que su ego es mayor a su inteligencia.
Soberbia que los lleva a tratar a quienes los cuestionan como si todos fueran
enemigos y no como lo que son: adversarios y críticos que son equilibrio de la
democracia.
Un ejemplo del
actual fue darle la espalda a todo el que le reclamaba la paralización de la
economía y así estuvo distanciado por casi 4 años de la empresa privada y por
más petición decidió no reunirse y escuchar lo que pudieran aportar al
desarrollo del país.
La soberbia los
lleva a solo escuchar a los “manzanillos” que por casi cuatro años le dicen al
oído, como si fuera mil, que la “está botando” y hasta los nombran en cargos
cuya capacidad los rebasa.
Muchos se creen
dueños de los destinos de las personas con las que laboran y llegan hasta
preguntarle, como ocurrió al inicio del mandatario Varela, a un reportero de un
medio oficial “¿dónde tu trabajas? y sabes que no puedes hacer esas preguntas”.
Tercer Pecado: la avaricia
La avaricia ha sido
el colofón de los males de muchos de nuestros mandatarios que logran con o sin
conocimiento a personas cercanas para hacer negocios con empresas nacionales o
transnacionales, y para no caer en el error de muchos no voy a mencionar empresa
alguna, porque todos sabemos que existen más de una en estos menesteres.
La avaricia hace que
se coloquen fichas, como algunos la llaman, para que pasen por allí antes de
que se liciten grandes obras y por ello terminado su mandato andan en yates, autos
juveniles y hasta mansiones que su salario y bienes no pueden justificar.
Es por eso que este
5 de mayo todos debemos saber bien por quién vamos a votar y no sólo para el
cargo de presidente, sino para todos los demás; porque si el mandatario no
encuentra hoyos no tendrán por donde penetrar a quienes esperan ser comprados.
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