martes, 22 de noviembre de 2016

EL DIA QUE OTTO NOS INTIMIDO Y NOS UNIÓ A TODOS




Falta hora y media para que el día termine; el día que una tormenta tropical conocida como Otto nos hizo ver toda la vulnerabilidad y nos golpeó para reflexionar sobre lo que no se hizo correctamente; pero eso es para otro momento.

Otto, pasada las horas del mediodía creció a Huracán, pero en el camino nos había herido; herido al punto de dejar dolor y pensamientos cruzados a todos.

Nunca antes había visto caer tanta agua del cielo; nunca tantas horas me llenaron de ideas temerosas de lo que pudiese pasar con mis hermanos que viven en San Miguelito, Panamá Oeste, Juan Díaz y otros puntos vulnerables más.

El viento y las miles de miles de gotas que cayeron, en el amanecer, sí causaron daño. Una pareja que planeaban de seguro construir el sueño de ser padres; el sueño fue cubierto por la tierra; un menor que iba a estudiar fue sorprendido por la naturaleza y su sueño por ser adolescente, joven y hombre no concluyó. Eso me entristeció mucho. Cuando un niño muere surgen las mismas preguntas ¿por qué? y ¿acaso deben los niños morir así?




Para la tarde, mi incredulidad me traicionó por momentos; no pensaba que mis ojos vieran como tres casas juntas se deslizaban y con ellas se deslizaban sueños; se deshacían sueños de familias que pegaron bloque a bloque esas paredes y de pronto no tenían nada. Eso pasó en Nueva Libia.

Horas después me enteré que una embarcación partió para perderse; el puerto se quedó en el tiempo para ellos.

Esto me hace pensar que hay que dejar de lado el pensamiento infantil "Dios es Panameño", somos una S acostada y "por eso aquí no ocurre nada". Esto lo he escuchado de colegas que repiten tonterías para vivir en la zona cómoda donde no se aprende a ser hombre o mujer; se deja de madurar y como Peter Pan se vive en la adolescencia de lo irresponsable.

El huracán nos hizo ver a los periodistas que importa más informar que alarmar; si es cierto que no hubo, en las televisoras, transmisiones interminables, como cuando alguien lo llevan a una fiscalía o se agarran a golpes políticos; hoy, cuando el deber de informar lo ameritaba muchos olvidaron la tarea; otros, aunque son pocos, sí la hicieron y ganaron el respeto de quienes vemos el periodismo como la causa de todos los que buscan informarse correctamente.
El periodismo no se dejó de seducir por las noticias falsas; en lo personal, hasta dudé que los sucesos de Nueva Libia fueran reales; luego de ver una ballena en medio de la calle; un "meme", propia de una mente retorcida, de alguien surfeando en mitad de la vía; tenía razones para dudar. Los comunicadores descubrimos que si es posible hacer periodismo responsables; aprendimos que cuando la seguridad del país está en juego no se mete el dedo para sacar la pus.

Las redes, como lo he dicho, llegaron para que convivamos con ella; el reto es saber descifrar lo bueno de los malo; colar todo y descubrir la nueva noticia.

Las horas corren, muchos se han acostado con miedo; algunos reflexionan en qué pasó; como dijera el Libertador Simón Bolívar "si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos, que nos obedezca" y esa lucha será comprendiendo que todos somos vulnerables, pero nos podemos hacer fuertes con herramientas como la prevención; la planificación y la creación de estructuras fuertes para enfrentar a la fuerza de esa naturaleza que siempre como Otto es sorpresiva.




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