Esta sociedad es nuestra y de todos

Mientras, veo como transcurre el juego México-Panamá, donde los chicos mostraron destreza en el balón y nada más, inicio este escrito inspirado por una chica que se llama Mikayla Holmgren y cuya movilidad en las tablas, como bailarina, me muestra que el mundo "es ancho y ajeno" y a todos nos pertenece. 

Bailarina con SD

A mi vida, por esas sorpresas que nos guarda el destino; en ocasiones, lo denomino Dios, llegó hace muchos años Kathryn. Es mi sobrina, pero luego de una tragedia familiar, he intentado ser lo más cercano a un padre; nunca ocupando el espacio de un ser maravilloso que la vida le robó muy temprano, Ella, al igual que Mikayla, nació con trisomía 21, y desde que la vi, pequeña y frágil, no me robó el corazón; me conquistó la vida completa. 

Katy posa para calendario

Siempre supe que su vida iba a ser difícil; que la discriminación estaría, como sombra, y los peores comentarios vendrían de la Ciencia y su ejército que juega a clasificar y hacer diagnósticos cerrados; olvidando que existen seres Extraordinarios que rompen moldes y pese a todo marcan la diferencia.
Desde pequeña, mi Bella Katy, mostró que venía con una estrella particular; ella decidió ser dueña de sus propias acciones y con una personalidad que envidiaría cualesquiera "persona normal".
Aspiré como muchos a que ella tuviera una educación inclusiva; eso lo prometió un gobierno ( que prefiero ni mencionar ); luego recordé que los políticos firman y firman papeles; pero su intención demora hasta cuando las luces de las televisoras se apagan y las grabadoras ponen pausa.
Ella, ha roto esquemas; su lenguaje es mejor que el promedio; las palabras que utilizan sorprenden y algo que diariamente me hacen reflexionar es cuando analiza las acciones propias y las extrañas. Sus recuerdos no se borran ( como dijeron los médicos) y son tan vívidos que no olvida quien le dio la vida y ya no está con ella. Como un buen libreto cuenta que "hombres malos" le robaron la vida a su "papito"; no se confunde que él se fue un día y no volvió; mientras sus abuelos los vio irse a un hospital y no regresaron más.
Cree, como yo, que aquellos idos están juntos, en una casa especial, donde todo lo bueno es mejor que lo vivido en este mundo carnal. 

Si antes de la llegada de Katy mi universo era solidario; hoy, este sentimiento está robustecido; la discapacidad es una palabra, creerlo es cuestión de cada cual. Ella, como muchos SD, que he conocido a través de estos años son como cualquier otr@ chic@: Se ilusionan con el primer día de clases; se ríen; les molesta las miradas impertinentes; sueña con ser una princesa y besar un sapo para que se convierta en un príncipe. A ella, nada la limita; es tan tecnológica como su hermana y primas; en ocasiones hasta las supera. 
El mundo de ella es mi mundo; como el mío es el de ella; cuando salimos a comer ella decide lo que desea comer; imponerle algo es como intentar enjaular un "pájaro azul"; ese alma libre me inspira en ocasiones a no dejarme doblegar cuando deseo algo con razón o sin ella. 
Me ha enseñado a sentarme en el comedor y compartir desayunos y cenas en familia. Eso es un punto que se lo anoto. 
Dije antes que la discriminación es una realidad; se esconde tras el disfraz de una sociedad llena de hipocresía panfletaria y que se inventa, año tras año, una recaudación para ayudar a los "olvidados" de la educación y de las oportunidades. 
Lo bueno es que siempre habrán personas como Katy, Paola; Jonathan (algunos de sus amigos) que son felices y disfrutan de la vida de una manera que, cuando los veo, me provoca preguntarles la fórmula que tienen para hacer, cual alquimistas, lo malo en bueno; la tristeza en alegría y los diagnósticos en retos para sobrevivir.
Mi lucha sigue aunque Katy no es una nena para que los SD y todos los llamados discapacitados puedan recibir una educación igualitaria. Mi voz va a seguir con el mismo estribillo: educarse es el derecho de todos sin parar a analizar si ves, si no hablas o si alguien te dijo que sólo habías nacido para ser "una carga"...