martes, 20 de diciembre de 2016

INVASIÓN A PANAMÁ: 27 AÑOS DESPUÉS

"No me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro"  ( Mario Benedetti)



Los pueblos forjamos nuestro futuro sobre los errores del pasado; en teoría esto debe ser así, en la práctica muy pocos son capaces de dar este paso por el temor a abandonar las malas prácticas y la ausencia de líderes capaces de dar estos brincos cuánticos.


Este 20 de diciembre del 2016, se cumplen 27 años de la invasión de Estados Unidos de América a nuestro país; fue casi al filo de la medianoche cuando el cielo se llenó de luces y sonidos que destellaban no la alegría de diciembre; el rostro formado en la oscuridad era el de la muerte y la ruptura de un antes y después de este día aciago.

No podemos equivocarnos y decir que esta irrupción en nuestra historia no marcó nuestras vidas. Se habla de los Hijos de la invasión; de El Chorrillo de antes y después; de cómo aprendimos a asimilar el concepto de la muerte. Eso se los dejo a los sociólogos y sicólogos que más saben de esto que yo que les escribo.
Cada año, como las cuencas del Rosario (ojo, soy un fiel creyente de este mantra católico y lo respeto mucho), todo los medios hablan aunque sea 10, 15, 20 o los minutos que sean sobre lo qué ocurrió esa noche y cómo la vivimos, los que para este tiempo respirábamos en esta tierra que era nuestra y aún era ajena.

No podemos llamarnos a engaños; la intervención del ejército, acantonado en varios puntos del país, no era algo nuevo. En varios sucesos, nuestros abuelos y padres tuvieron que ver a los soldados de la nación más poderosa ingresar y "poner orden"; en ocasiones por voluntad propia y otras por pedido de gobernantes de turno (El incidente de la Tajada de Sandía (1856), en 1925, el pdte Chiari la reclamó para sofocar el movimiento inquilinario; el 9 de enero de 1964, por mencionar algunos).

La invasión del 20 de diciembre de 1989, era una profecía popular; en todos los rincones se hablaba de ella; pero, el semidiós del Comando Sur esperaba su momento para actuar. Tras, haberle servido, como doble agente, el General Noriega se rebeló a su amo e hizo lo que hacen todos: se creyó tan poderoso como sus amos y los desafió. Lo único, en que se equivocó este "Pequeño Dictador" fue que no se muerde la mano que te alimentó y la cola, una vez se mueve en señal de obediencia, debe moverse por siempre.

Los días previos a la invasión fueron de mucho "rofeo" (palabra nuestra para mostrarse bravucón); el 19 de diciembre todo indicaba que en cualquier momento esto podría ocurrir. Muchos dormían; esos confundieron el sonido de las bombas, aviones y disparos con una tormenta; los que estábamos despiertos comprendimos que la larga noche había empezado.

El General que blandeaba "machetes" y de cuya boca, como dragón salía no fuego; sino cantos de guerra y amenazas cubiertas de patriotismo falso, pronto desapareció. Sólo quedaron claves militares como "cuatarra" y "chácara"; claves que luego se transformaron en mofas irónicas al saber que el llamado líder estaba refugiado entre sotanas esperando el perdón.

En 27 años, las historias reales se han tejido y hasta una Comisión por la Verdad de lo que sucedió en esta invasión se formó, bajo la actual administración; a ciencia cierta no sabemos cuántos panameños murieron bajo el fuego del "libertador". Poco se ha dicho y un manto de encanto sigue sobre lo sucedido.

Un mar, por años, de leyenda urbana surgió ante la falta de valentía de quienes labran la historia para saber ¿qué pasó?; varios de sus protagonistas han empezado a morir; otros como el mismo Exgeneral todo poderoso, en la Avenida B, hoy, envejecido y diezmado por los años guarda silencio; un silencio que para muchos es cómplice por haber canjeado sus recuerdos por reducción de pena.

27 años después, de ese 20 de diciembre, todos somos cómplices; ninguno quiere admitir si es un duelo nacional para redimir juntos las penas por los afrentados y condenar a los que nos llevaron a vivir esta amarga experiencia.
Los únicos valientes que han intentado contar lo que pasó son los poetas y escritores; plumas como las de Jesús "Chuchu" Martínez; Manuel Oreste Nieto; José Franco y Bertaalicia Peralta, son testigos de eso. Como siempre los versos y las palabras encadenadas, por el dolor, y a las que no les queda otro derecho que expresarse, entre los sonetos y diálogos improvisados, han tenido la valentía de hacerlo.

Un amigo que conocí años después y que estuvo cerca del Barrio Mártir de El Chorrillo me contó como de estar detenido, por el ejército invasor, pasó a ser el único enlace que existía entre ellos y los panameños sacados a la fuerza y llevados a los campamentos improvisados. 

Han pasado seis gobiernos democráticos y este rompecabezas sigue con muchos baches; faltan figuras y es probable que nunca las encontremos. Lo que no puede pasar es que sigamos sin aprender la lección.

Con seis administraciones, incluyendo la que se instauró el mismo día de la invasión, no hemos logrado construir una nación con instituciones robustas. Proseguimos con una Constitución Política desfigurada entre los placeres del pasado para complacer los apetitos del presente. 

La desaparecida Fuerzas de Defensa dio pasó a un país sin ejército; lo irónico es que hemos disfrazado el poder de los "milicos" por uniformados a los que "no hay que molestar" y a los que se debe premiar para no alborotar el avispero. Hoy, la inseguridad nos golpea a todos y vivimos más encerrados que hace 20 años. Se fueron los invasores y vinieron unos nuevos.

Los vicios del pasado se han incrementado; la corrupción campea como si fuera el pan nuestro de cada día; cada uno inventa el traje a la medida para burlarse del voto depositado; la educación sigue con mala nota; seguimos controlados por los mismos malos espíritus (dirigentes con agendas personales y no colectivas) que fueron aprisionados, en una caja de Pandora y como la teta es "sabrosa" nadie la quiere soltar. 

Muchos me acusarán de ser un vendedor de infortunios; dirán si tenemos crecimiento económico; si tenemos rascacielos y somos la envidia del resto de la región ¿cómo no hemos aprendido ni avanzado?; en ocasiones el vestido más lujoso no es el más cómodo y sin saberlo podemos andar como " el rey" desnudo sin saberlo. 

La invasión debió enseñarnos a respetarnos como nación y jamás consultar que destino deseamos con nadie más que con nuestra propia gente; el juega vivo debió irse y hoy parece hasta una institución con ADN propio; la libertad parece más amplia, pero cuando nos metemos en ella nos damos cuenta que tiene "propietarios" y mientras los pobres viven de subsidios, sin darse cuenta que eso los condena a dar vuelta en círculo sin encontrar la verdadera salida a sus problemas; una invasión nos ronda como el jinete del Apocalipsis.

Por los que murieron, el 20 de diciembre; por los que saquearon y lo cuentan como una señal de heroísmo; por los que aplaudieron la "Causa Justa" para esconder su cobardía; por los que nos robaron la juventud; por los que se vendieron como demócratas, pero no lo son. Por todo esto, un minuto de silencio; un minuto donde nos exorcicemos para renacer distintos, este 20 de diciembre del 2016.


"Si tu pena se desgrana
 sobre semillas de llanto
ponle abono a tu quebranto
y finalmente sabrás  
que sólo cosecha paz
quien sabe sembrar espanto " (Rogelio Sinán)



Muy agradecido por sus comentarios

https://www.facebook.com/jorgeluis.carera.35

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La inversión que nos genera investigar

" La verdad se robustece con la investigación y la dilación; la falsedad, con el apresuramiento y la incertidumbre.” Tácito  C reo en l...