jueves, 8 de diciembre de 2016

LA ESTRELLA QUE NO DEBEMOS DEJAR QUE SE APAGUE


“Los tiempos cambian, y también cambia la forma de ser periodista. Tanto los medios de comunicación impresos como la televisión pierden relevancia con respecto a los nuevos medios del mundo digital –especialmente entre los jóvenes– pero los periodistas siguen siendo una piedra angular, un elemento fundamental para la vitalidad de una sociedad libre y plural”. (Papa Francisco)


Cuando un medio se silencia, no se calla una sola voz; se silencia una parte de la verdad y eso, dentro de un proceso democrático, no debe pasar nunca.

Hace un rato, me tocó leer la nota donde el gobierno de Juan Carlos Varela intentará aplazar el tiempo para que esta empresa periodística pueda operar. Vuelvo a decir; el tema no es poner un dique al problema; el asunto es resolverlo. ¿Es mucho pedir?; cuando, se tienen deseos y se cree en el principio y ejercicio pleno de los derechos del hombre; los plazos no existen; se lucha aunque no se comparta la idea de quienes nos oponemos.

La Estrella de Panamá, la decana como la conocemos, ha pasado por distintas etapas; es el diario de mayor antigüedad del país y uno de los más legendarios de occidente; fue la inspiración y escuela para muchos colegas que vivieron antes de nosotros. En su redacción laboró hasta su muerte el poeta, Gaspar Octavio Hernández; por quien honramos el Día del Periodista. No puedo ni imaginar qué salía de esa máquina que tecleaba noche a noche.



Con ella, muchos panameños vivieron la realidad cotidiana; las intrigas de los primeros años de la República y muchos otros que son parte del ayer; en ella se construyó una parte de la historia de esta nación. El 10 de enero de 1964, un día después del heroico acto protagonizado por estudiantes del Instituto Nacional; este medio hizo un Editorial digno; propio del sentir de un pueblo atacado y en el que solicitó "algún día tendrán los Estados Unidos que llegar a la conclusión de que la Zona del Canal es territorio panameño, y nada más que panameño".

Por su redacción han caminado las mejores plumas de nuestro periodismo y fue casa de muchos otros que formaron parte de la política criolla. De ser ese diario insignia; durante los años 80, este medio vivió momentos difíciles; muchos lectores se alejaron al no ver reflejada la realidad histórica de la nación.
 Pasada la invasión de 1989, la Estrella de Panamá se mantuvo vigente; eso sí con un desgaste propio de haberse inclinado a favor de la dictadura militar. Hay que ser justo ni en ese momento su estabilidad estuvo amenazada. Pagó el precio de la indiferencia de los lectores y se vio reducida, pero no aniquilada.

Transcurrieron los años, sus periodistas, vieron llegar dos nuevas administraciones; la última de esta dirigida por la familia Waked. Fue, en esta última donde el diario, como el ave fénix, renace de las cenizas; cenizas a la que fue llevada por periodistas que equivocaron la misión de esta profesión: informar.

"Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias". Ryszard Kapuscinski

Estando en el ejercicio de esta profesión vi con alegría renacer el periodismo en este diario. De estar en un segundo plano pasó a disputarse la necesidad de la lectura de muchos (entre esos me cuento); una nueva camada llega e impone una visión a este diario. 

He tenido grandes amig@s que han pasado por su redacción; entre ella Lineth Lynch, a quien no consideró no sólo una periodista honesta; sino una amiga; en igual forma Carlos Cordero y otros más. 

De pronto, pese a la batalla que libra esta empresa periodística por sobrevivir con todos los cambios que marcan las redes y la era digital; surge, entre las sombras, un peligro mayor. Su propietario Abdul Waked fue incluido en una investigación en Estados Unidos e incluido en la famosa Lista Clinton; investigación que los sentencia a cerrar o vender. 

Esto pasó el 5 de mayo y luego de 6 meses sus periodistas, encabezado por su presidente, han iniciado una lucha por sobrevivir y mantenerse vigentes. Es una batalla contra reloj y que genera angustia laboral y económica en 250 personas; 250 personas que tienen familia y en cuyas casas de seguro antes de alegría, en estas fiestas de diciembre, impera la preocupación y el medio. 

Más allá de la falta de actuación del gobierno, cuyo papel es cuestionado; en lo personal estoy sorprendido por el silencio de muchos periodistas con una solidaridad impávida. Hace un par de años muchos se desgarraban la vestiduras en defensa  de hasta violaciones a la ética; sin embargo, hoy, cuando es necesario escucharlos enmudecen; parecen ceder coquetamente ante este atropello a la Libertad de Prensa.

¿Dónde están los comunicados? ¿dónde están las marchas?; en mi opinión hace falta la internacionalización de esta batalla para que los periodistas y gremios del mundo alcen su voz; escriban; difundan que, en Panamá, un grupo de periodistas luchan para no ser ni cesados ni silenciados. 


Si permitimos que La Estrella de Panamá apague sus rotativas se apagará una parte de nuestra historia; una parte del periodismo y una parte de la verdad, Verdad que siempre hace falta para el balance de la democracia. “Un buen periódico es una nación hablándose a sí misma.” (Arthur Miller)






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