martes, 6 de diciembre de 2016

Tranques: ausencia de ideas geniales



No pretendo ser ingeniero; ni planificador o especialista en el tema vial. Los periodistas somos simples observadores y buscamos quienes, en forma asertiva, le dan orientación a la sociedad de alternativas ante dificultades o decisiones asumidas por el gobierno o la sociedad misma.


Los comunicadores somos, como lo veo, desde un pensamiento muy socrático; escudriñamos los temas de la sociedad; los penetramos con la mirada y el pensamiento; "todo lo vemos con una curiosidad impía".

Esa curiosidad impía nos lleva, entonces, a reflexionar sobre el constante desorden automovilístico existentes en nuestras principales arterias de la capital panameña y para este mes, el problema hace mayor explosión al aproximarse las fiestas de fin de año que generan todo tipo de compras.


Sin embargo, el tema tiene varias variantes que datan más allá de esas celebraciones: la expansión de la ciudad hacia el lado norte y este; la X provincia aumenta y aunque algunos laboran en ella; un buen porcentaje viaja a diario a laborar en los puntos de mayor demanda de la capital del país.

Otro factor es el mal servicio del transporte público y selectivo; el primero, aunque se sacó "a los diablos rojos" nunca ha llegado el mejoramiento de este servicio masivo; los segundos, se manejan en una anarquía total donde eligen a donde ir; de allí la frase famosa "no voy".

La tercera constante es el diseño antes y ahora de nuestras ciudades; aunque se ha intentado dar un fluido con la construcción y extensión de los corredores; algo no termina de armonizarse bien; la cinta costera se ha ampliado y el metro parece una buena alternativa, pero no termina de cuajar; lo que falta es una definición de elementos que permitan que esto fluya sin generar el caos diario.

Lo último y tal vez que define todo es que ante la falta de un servicio masivo y selectivo que brinden un servicio óptimo; el panameño (de por sí marcado por un alto nivel de consumo) hace malabares para adquirir un auto propio a fin de movilizarse sin tener que levantarse 3 o 4 horas antes; evitar los "apretujones" en los metrobuses (como le denominan ahora; un injerto que intentó saldar la deuda, pero, hasta ahora no lo ha logrado) y pedir casi con las manos, en plegaria, que un conductor de taxi lo movilice en forma respetuosa.

Todo estos ingredientes revueltos, si fueran un plato de comida, nadie lo pudiese tragar, se convierten en la fórmula perfecta para el tranque diario y son los que llevan, cada año, al ciudadano a comprar (en ocasiones por la facilidad bancaria) un auto y así aliviar al menos unos de los dolores de cabeza de su vida.

Imaginemos, la ciudad donde andamos a diario; hasta agosto de este año se movilizaban 43 mil y tantos vehículos nuevos; un 7.% más que 2015, para el mismo período; a esto debemos sumarle los más de 65 mil de todo el 2015; para ese mismo año la cantidad de autos rondaba el millón y medio. Saque cuenta y verá en la enramada que nos movemos. No hay ciudad que aguante esto.

Esta cifra fría (para unos muestra un alto nivel de consumo y facilidad de endeudamiento); en algunos casos. Lo real, es la última medida desesperada para no ser víctima de nuestro pésimo servicio de transporte público y con una Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT), comparada con un adorno o cualquier porcelana barata; es mejor llenarse de paciencia y no de gratis sufrimos todos de estrés sea que nos denominemos automovilistas o pasajeros.

En lo personal, me resistí, por años, a comprar un auto; procuro no invertir en nada que se devalúa. El tiempo; el cansancio de esperar que las cosas cambiaran y la necesidad de dos personas, me hicieron dar el paso; me oponía por el nivel de contaminación y para no ser una cifra más en la calle. Eso, que en lo personal vivo en el centro de la ciudad. 


Cuando me pongo a pensar en cualquier@ ciudadan@ que vive en Panamá Este y para colmo de males, vive adentro de estos puntos principales; para poder estar en sus puestos de trabajo a las 8:00 o 9:00 am., debe iniciar su periplo a las 4:00 am., es decir, de acuerdo a un cálculo (sin mucha ciencia) para que esta persona pueda dormir 5 horas debe acostarse a las 8:30 máximo si es responsable. El asunto es que ese mism@ pasajer@ sale a las 5:00 o 6:00 pm y llega como a las 8:00 pm.. Lo útopico: llega a dormir; lo real: llega, si es mujer a cocinar y a atender a la familia; si es un padre responsable tiene una tarea similar. Ninguno pone su cabeza en la almohada antes de las 9 o 10:00 pm.; al final, viene el mal humor como resultado del agotamiento.

La misma medicina se la aplicamos a ciudadano que vive en la X provincia y la fórmula es muy similar; con algunas variantes. Bajo estas condiciones es justo que muchos para dormir o ver su familia un par de horas se endeuden y compren su carro; a esto no le sumamos los que compran carros de segunda o motos. 

Con todo esto ¿queda alguna duda que mientras no se resuelva el factor transporte público se frenará la compra de autos? Por supuesto, No!, 

Tendremos que construir corredores sobre corredores; puentes vehiculares sobre otros más; así, que de muy poco servirá crear medidas alternativas de fin de año; hacer que los funcionarios del Estado entren a las 7:30 am y salgan a las 3.30 sólo se adelantan los tranques; es la misma gente; incluso, varios se deben acostar antes y salir más temprano. Sólo trasladamos el problema una hora antes, tanto en la mañana como en la tarde; el problema sigue sólo disfrazado.

Esta mañana partí, con destino a un punto relativamente cerca de mi casa; no me toma más de 15 minutos con algo de tranque; bueno hoy, en la vía de Albrook, demoré 42 minutos reloj, porque encima un policía antes de agilizar el movimiento generaba un cuello de botella. En realidad, cuando no tomamos decisiones buenas se termina empeorando el problema original.

Soy crítico de poner vendas (curitas) a las fallas; ingenuamente cubrimos la herida, pero, la solución no llega y la falla se agrava.
Hace un par de años vi el documental del cineasta @michaelmoore, Bowlling for Columbine, donde entre los datos que saltaba era la historia de un chico asesino que tenía total ausencia de su madre en el hogar. Ella salía de madrugada y retornaba al anochecer (eso no lo justifica, recordemos que no todos nacemos iguales) y esto desencadenó crisis en su hogar al punto de una distorsión de su hogar. Tres vidas se vieron afectadas, la de la madre que iba a lidiar el resto de sus días con un hijo detenido; un joven con una vida truncada por la violencia y un hogar donde murió otro chico por un punto de quiebre, como es la falta de atención de los padres por no tener el tiempo adecuado. 

¿Qué pedimos las víctimas de este caos diario? un servicio de transporte masivo que cubra la demanda de la ciudad y el resto del país; un metro con alimentadoras que permitan mayor movilización de sus usuarios; un plan estratégico vehicular; leyes que se cumplan; corredores que no sean exhibicionismo de tranque y planificación de los núcleos poblacionales. 

No pretendo ni siquiera hacer sugerencia por falta de conocimiento; lo que si soy, igual que muchos otros víctima y un prisionero de un sistema que no funciona y nos agrieta la vida; nos obligan a planear todo con una o dos horas de diferencia así sea que la segunda quede a la vuelta de la esquina. Sólo puedo decir que "el único conocimiento verdadero es saber que no sabes nada" ( Sócrates); cuando esto sucede surgen ideas geniales que hacen de seguro la diferencia con lo que tenemos ahora.














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